La Sunat de Tania Quispe: lo que fue y pudo haber sido

Al frente de la Sunat, Tania Quispe modernizó los procesos, pero no pudo enfrentar el frenazo de las inversiones. Trabajó con honestidad, pero pensó que el Perú era Suiza.


POR CÉSAR LUNA-VICTORIA*

Tania Quispe hubiese sido una gran jefa de la Sunat en Suiza: modernizó las plataformas virtuales, potenció los sistemas de cómputo y avanzó en mecanismos tan sofisticados de auditoría como el de los precios de transferencia, del que ella es, además, una reconocida experta regional. Hoy la Sunat recibe en tiempo real data sobre las operaciones de los principales contribuyentes y, gracias al ITF, la de las operaciones bancarias de todos. Esa información, antes almacenada en algún rincón perdido, se convierte en un arma muy eficaz de fiscalización gracias a la enorme potencia de fuego que se tiene por cruce de datos. Dicho en simple, no hay secreto que nos proteja. Para cuando la Sunat toque la puerta del contribuyente –si no lo ha hecho ya–, éste estará desnudo.


Casi no queda refugio. Las off shore ya no sirven para ocultar fortunas: ahora son fiscalmente transparentes, tienen que ser reportadas y sus impuestos tienen que ser pagados. Muchos contribuyentes están asumiendo el riesgo de no declarar. Creen en el anonimato de las empresas y en la confidencialidad del sistema financiero. No saben que el Perú está celebrando convenios internacionales para acceder a data de bancos del exterior y de otras administraciones tributarias, incluidas las de los paraísos fiscales. Para alivio de algunos, Tania Quispe no promovió mucho este tema. Pero creó las condiciones. Será cuestión de tiempo para que la Sunat sepa también qué hacen los contribuyentes fuera del Perú.


¿APROBÓ O JALÓ?

Recibió una recaudación de 15.4% del PBI, la estabilizó en 16.5%, pero el encargo era subirla al 18%. No cumplió la meta. ¿Pudo hacerlo? Creo que sí. Empezado el gobierno, se negocia con las empresas mineras convertir en impuesto lo que antes aportaban voluntariamente a fideicomisos sociales, ajustado hacia arriba. Regalo de recaudación desde el primer minuto del partido.


Después vino el frenazo de las inversiones, primero por actos propios del gobierno y luego por la caída de los precios internacionales. La pérdida de recaudación era previsible. Para evitarla se presionó a los mismos de siempre: se exigió que las empresas organizaran y presentaran la data para facilitar las tareas de los fiscalizadores. Se trasladó trabajo a los contribuyentes que tenían que liquidar y cobrar deudas tributarias ajenas mediante retenciones, percepciones o detracciones. Hubo una explosión de cobros anticipados de impuestos y, para cerrar la lista, multas por errores intrascendentes. Presionada por mayor fiscalización, flexibilizó la contratación masiva de funcionarios, que fueron enviados al campo sin la capacitación necesaria cuando se introducían mecanismos sofisticados de auditoría. Aprenden en el camino, a nuestra costa.


POCO CAMBIO EN LA GESTIÓN

El Perú no es Suiza. Aquí hay informalidad, corrupción y falta de gerencia pública. En estos aspectos se avanzó muy poco. No se eliminaron exoneraciones tributarias ineficientes, que son en realidad subsidios inexplicables: aquí hay 2% del PBI. Tampoco hubo voluntad política de fiscalizar las actividades informales ni la valentía para erradicar el contrabando y el narcotráfico: aquí hay otro 5% del PBI.

Se dirá que esa tarea es más compleja; que se requieren inteligencia y operativos militares porque tienen seguridad armada, que deben intervenir policías, fiscales y jueces para criminalizar las actividades, que, como mucha gente depende de ellas, hay que tener programas alternativos de generación de empleo. De acuerdo. Pero eso se sabe desde el siglo pasado. Como hay tanto que hacer, nadie sabe por dónde empezar. Como hay tantos responsables, ninguno lidera. Como los informales también votan, mejor no pelearse con ellos. De este círculo vicioso sólo se sale con una política de Estado. ¿Pudo Tania Quispe hacer algo? Sospecho que sí. Creo, más bien, que no estuvo en la agenda del presidente. Para otra vez será.


La Sunat es un gigante de más de 12,000 empleados. Hay de todo: vanidades, complejos, virtudes y miserias. Hay que saber contratar, despedir, premiar, castigar, promover y, sobre todo, crear mística. De todo esto se ha escuchado poco. Mi hipótesis es que Tania Quispe transó con el establishment. Lo llaman La Cofradía, y era lo que estaba a la mano para alguien que venía de afuera. Eso explica que, al retener a los principales funcionarios, no haya habido mayor creatividad en la administración tributaria.


Eso sí, Tania Quispe aportó entrega, honestidad intelectual y de la otra. Si fue la ‘prima de’, no fue para beneficio propio. Lástima que no lo aprovechase para hacer reformas a fondo. Sacrificio personal, familiar y profesional se aprecia. Se agradece de verdad. Buen retorno a la actividad privada.


* Socio del estudio Rubio, Leguía, Normand y bloguero de SE.


Fuente:

http://semanaeconomica.com/article/politica/sector-publico/167343-modernizacion-de-la-sunat-lo-que-fue-y-pudo-haber-sido/

Escribir comentario

Comentarios: 1
  • #1

    Margarite Mcnees (domingo, 22 enero 2017 04:03)


    This is my first time pay a quick visit at here and i am actually happy to read all at alone place.